Salimos a la calle el 21 de noviembre, a expresarnos pacíficamente porque nos duelen las muertes de 7771 personas líderes sociales y defensoras de derechos humanos, 170 excombatientes, el recrudecimiento de la violencia, el aumento de las restricciones a las libertades y a derechos como la libre expresión y la protesta social. Nos duele que se busque frenar la violencia con mas violencia, con más presencia militar en las regiones, alentando el fortalecimiento de las estructuras violentas en los territorios. Marchamos porque demandamos la presencia integral del Estado en regiones apartadas de los centros urbanos, la protección de la vida humana y de la creación en su conjunto.
Salimos a la calle el 21 de noviembre, afirmando el derecho a la vida, el cuidado y la protección de las fuentes de vida como el agua, los bosques, los páramos. Rechazando modelos extactivistas destructivos.
Salimos a la calle el 21 de noviembre, para denunciar al gobierno nacional y a los partidos de gobierno que dan la espalda a los problemas sociales, económicos y políticos y dirigen su mirada selectivamente hacia sus intereses y los de empresas privadas multinacionales que a través de reformas tributarias castigan a los empobrecidos y favorecen a los estratos mas altos. Rechazamos la corrupción, que aunque naturalizada y permitida socialmente, a hecho grave daño al país, enriqueciendo desmedidamente a unos y empobreciendo progresivamente al grueso de la población.
Salimos a la calle el 21 de noviembre, rechazando la postura del gobierno nacional sobre su negativa a reconocer la existencia de un conflicto armado en una Colombia fracturada y sobre la manera como agita los conflictos de los países vecinos. Demandamos salidas dialogadas a los conflictos políticos y armados, entre otros con la guerrilla del ELN.
Salimos a la calle el 21 de noviembre, solicitando al gobierno nacional y a la guerrilla del ELN retormar las conversaciones de cara a la construcción de un acuerdo de paz para la terminación del conflicto armado y que no se levanten de la mesa de negociación hasta lograrlo.
Salimos a la calle el 21 de noviembre, promoviendo el consenso para buscar salidas de sometimiento judicial y de derecho restaurador e iniciativas creativas para derribar las estructurasque sostienen el narcotráfico, las economías ilícitas, el despojo de las tierras y los conflictos que afectan la vida de personas y comunidades.
Salimos a la calle el 21 de noviembre, afirmando la imperiosa necesidad de la implementación plena del Acuerdo Final logrado entre el Estado Colombiano y la ex guerrilla de las FARC-EP, enfatizando en la reforma rural integral, la ampliación de las garantías democráticas para la participación política y social, el tratamiento del problema de las drogas de uso ilícito, el fin del conflicto basado en la reincorporación a la vida civil de ex guerrilleros y el desarrollo de alternativas para el tratamiento de estructuras paramilitares que sostienen las violencias; y el desarrollo autónomo del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición basado en la centralidad de las víctimas.
Salimos a la calle el 21 de noviembre, desde la noviolencia como principio y práctica ético-política e inspiración en el evangelio de Jesús como alternativa a la violencia y en rexhazo a toda intención y acción que atente contra la dignidad humana.
Salimos a la calle el 21 de noviembre, con la plena convicción que Dios ha venido al mundo para que su pueblo tenga vida, y para que la tenga en abundancia (Juan 10.10). Como creyentes en Dios, salimos a la calle a defender la vida, especialmente de los mas amenzados: indígenas, afrocolombianos, víctimas del conflicto armado, excombatientes, mujeres, niñas y niños, de las personas más pobres, más desprotegidas, quienes padecen discriminación y exclusión.
Salimos a la calle el 21 de noviembre, afirmando la vida y la solidaridad.